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Hombre y mujer se conocen en Tinder. Él es francés y ella es suiza. En junio de 2015, tienen su segunda cita. Se acuestan juntos. Cuando ya han terminado, ella se da cuenta de que él no tenía puesto el condón. Se lo había quitado durante el sexo, sin el consentimiento de ella. Ella decide denunciarlo; porque accedió a mantener relaciones con condón, pero no hubiera accedido a tener sexo de haber sabido que el hombre se lo quitaría.

Para la Corte Suprema de Lausana esto constituyó un delito de violación. El 9 de enero de este año, el hombre fue condenado a un año de prisión suspendida, una sentencia pionera en Suiza. La clave estuvo en la falta de consentimiento.

Quizás de Suiza y sus tribunales nos separe un océano, pero podemos empezar por el principio y hablar sobre qué significa el consentimiento. ¿Cuántas veces las mujeres nos vemos en situaciones indeseadas por dar la mano y que nos cojan el brazo? ¿Cuántas veces no sabemos cómo decir no después de que él ya pagó la cena? ¿Cuántas veces hemos inventado una excusa porque sospechamos que decirle “ayer me acosté contigo pero hoy no me provoca” no iba a funcionar?

El consentimiento es en realidad un concepto muy sencillo: sí es sí y no es no. Un  hoy no significa mañana. ahora no significa después. a cenar no es a follar. Mi es concreto, no es abstracto, no es interpretable. no es para siempre. no es un cheque en blanco.

Sin embargo, para muchos el juego de la seducción se presta a ambigüedades. Pero una cosa es seducir, en donde las preguntas y las respuestas a bocajarro pueden ser el game over del flirteo, y otra cosa es incomodar o forzar a la otra persona a algo que no haya accedido a hacer, a menos que lo exprese, ahora sí, de manera clara e inequívoca.

Para quien todavía no entienda que irse a la cama con alguien no significa acceder a cualquier práctica que al compañero o compañera de turno se le pase por la cabeza, organizaciones como Project Consent están aquí. “El consentimiento es fácil: si no es sí, es no”. En estos divertidos y evidentes videos, se representan escenas de no consentimiento o, por ejemplo,  se explica qué es y qué no es el consentimiento con una taza de té. O también están las tiras de Alli Kirkham, en donde el consentimiento, o la falta de él, se evidencian cuando se trasladan a otras situaciones. A quien dijera no entender, se le acabaron las excusas.

“No importa hasta dónde llegue o qué lleve puesto. Cuando digo no, significa no”, decía Amber Rose, que de slut shaming sabe bastante, en un programa de la televisión estadounidense. “Si estoy acostándome con un hombre, semi  desnudo, y tiene el condón puesto y digo ‘¿Sabes qué? No. No quiero hacer esto. He cambiado de idea’, eso significa no”.

 


Gráfica por Estefani Campana

 

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