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[Confesiones]

En este espacio no se da ninguna “opinión profesional” (si es que algo como eso existe) ni mucho menos se buscará imponer verdades absolutas. Puedes escribir a “Querida Malquerida” con tus dudas o confesiones sobre cualquier tema al correo hola@malqueridadice.com

Por Lisa 

 

Tengo un reto conmigo misma: Conocerme. Pero no al estilo “me siento Bridget Jones y puedo con el mundo”, sino de verdad saber qué me gusta, qué quiero, qué busco. Y es algo que tengo que hacer sola.

Me gusta el sexo, me gusta tener a un hombre encima y que me coja fuerte, que me rompa en la cama, que me lleve a los mágicos orgasmos. El sexo es más excitante si lo hago con alguien. No me gusta masturbarme. Me gusta que me lo hagan, que me lleven, que jueguen e intenten, y disfrutar los ensayos.

En el último tono, me lo encontré. Hacía mucho tiempo que no lo veía. Me agarró de la mano y me llevó al baño. Los dos estábamos muy borrachos. Nos conocemos desde hace cuatro años, no sé, creo que podemos llamarlo #elrecurrente. Yo me enamoré de él, él también… pero estábamos en momentos diferentes: yo quería una relación, él estaba demasiado metido en sus proyectos. Mal timing, diferentes páginas, estábamos en otra. El sexo siempre estuvo bueno, nada del otro mundo. Un tire de los que funcionan, de los que sientes familiaridad y confianza, en los que sabes que hay un feeling especial y que te deja un poco en suspenso. De los que quieres tener de nuevo, aquellos de la figurita repetida.

Mientras hacíamos equilibrio para no rozar el inodoro y las otras chicas aporreaban la puerta, me acordé de él: Intento de relación #2 volumen 2017, llamémoslo #elbreve, y de su sexo correcto y seguro. De él, el tipo de chico que no permite que mis calzones salgan volando de cualquier manera, sino que dobla mi ropa sobre la silla antes de bajarse la cremallera del pantalón. El que se come la boca antes de soltar alguna clase de palabrón mientras la metía. El que no creía mucho en el sexo violento/trashy, en unas cuantas palmadas que nunca hacen daño. El sexo con él era sutil, breve y es que fuimos demasiado románticos. Vivimos la relación fugaz e intensa durante un mes creyendo que nuestra compatibilidad duraría toda la vida.

Por supuesto, ellos dos se conocen. Días antes en mi scroleo usual de las mañanas, Facebook y sus jugadas atrevidas me regalaron una foto de los dos juntos en una cena #limaesunpañuelo. Después de la cacheteada mental, seguía en un baño con él. Hice las piruetas que pude, quería tenerlo dentro, sentirlo, ya habíamos tenido suficiente juego previo, pero vamos, estábamos en un baño diminuto en donde nuestras posiciones posibles no eran muchas. Me la metí a la boca, la lamí de arriba a abajo, era mi juguete favorito. Me encanta lamerla, jugar con mi lengua, palmearla en mi cara, más que creerme garganta profunda.

hombre

Ya era momento de salir, quería tenerla adentro en la comodidad de una cama. Sugerí un hotel, él dudaba, pero sentía que no me quería llevar a su casa (la casa de ellos, sí, la de ella y la de él). Pero fuimos a su casa, su novia estaba fuera de Lima y no era la primera vez. Lo hicimos en todos los lugares posibles, me tocó de todas las formas, me corrí más de tres veces, me sorbió las tetas como nunca. Se vino en mi cara. Lo disfruté cada segundo. Me encantaba saber que lo tenía, que me tenía. Me sentía incorrecta y me encantaba. El peligro y la travesura de saber que en ese momento era yo y él, y los demás no tenían nada que ver. Era peligroso pensar que nos estarían viendo en sus mejores sueños, pero también por un rato esa fue mi motivación para ser la más perra en la cama. Pensé en #elbreve, qué pensaría si me viera empapada en el semen de él. Si supiera que al final yo también tomé la decisión de no tener dueño.

En la tercera corrida, yo ya no podía mas. Mi condición física de #fumadora estaba hasta los huevos. Pero quería que él también se venga, ver su semen, verlo en mi ombligo, en mis tetas. Era un encuentro fugaz como los demás, pero esta vez sabía que no habría más, o al menos en mucho tiempo. Y, por eso, debía explotarlo al máximo, que esa cogida valga la pena y valga completa.

Este experimento de escritura era mi excusa para hablar de mis jugadas sexuales, mis liberaciones orgásmicas, que me quede a pelo el traje de mujer liberada… pero de algún modo ese traje viene con agujeros que sacan a la princesa con la que crecí. La chica disney que espera al príncipe, el que le hará daño, el que la hará esperar, el que será un insoportable en su suspenso pero volverá. #fuckyou. Quiero disfrutar el sexo pero sé que siempre lo vincularé a alguna historia romántica y armaré en mi cabeza un corto fantasma, para fantasear más y no creerme tan fácil el papel de mujer liberada, el de la femme fatale que desecha hombres cual ganchitos de pelos.

 


Gráfica por Estefani Campana

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