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Ver y revolver

Genietta Varsi Lari, la escultora egresada de la facultad de artes de la PUCP  y gestora de la galería itinerante “SERES” conversó conmigo sobre fluidos, la regla, el moco, el semen. Y cómo estos nos encuentran y amistan con nuestro cuerpo, en una época de cirugías tecnológicas en donde “el cuerpo ya ni existe”.

El punto de partida: ¿En qué momento nació tu interés por el cuerpo?

Mi papá es abogado, investiga sobre derecho genético. Tiene bastantes libros que cuestionan la legalidad de seres “anormales” y como ellos se enfrentan en la vida cotidiana. Siempre me mostró imágenes sobre su trabajo desde pequeña. Era curioso.

¿Cómo fueron tus primeros acercamientos al cuerpo?

Desde que me vino la regla empezó algo extraño en relación con mi cuerpo. En el colegio llevé bachillerato de arte y trabajé las etapas de la vida, el primero fue sobre bebés y el ultimo de la vejez. La evolución fue temporal y en donde más me explayé fue en la etapa adolescente, porque yo estaba en esa etapa. Luego entré a la universidad y me desconecté totalmente de eso, aprendí la relación con la técnica, los formatos, la composición pero perdí mi interés personal. Luego estuve en diseño industrial, pero fue frustrante porque me exigían que haga cosas funcionales. Llegaba a mi casa a llorar porque sentía que era algo raro para mí, y la escultura se dio de manera orgánica. Todos los ejercicios son en base al cuerpo, ahí enganché de nuevo. 

¿Cómo son tus procesos?

Trabajo bastante reciclando mis trabajos, por ahí si estoy estancada en un proceso creativo, pruebo con algo pasado y funciona.

Todo lo que trabajo, desde el material, hasta los ensamblajes de objetos cotidianos o de laboratorio, cada uno es como un cuerpo. Para mí los rituales cotidianos, las ideologías también son cuerpos, recorto todo esos cuerpos que existen en la realidad, y los re ensamblo haciendo nuevos cuerpos.

Pienso en el cuerpo como una constante multiplicidad, es un sistema que es tiempo y es espacio. Dentro de nuestro cuerpo hay distintos tiempos y espacios, órganos dentro de órganos. Cuerpos dentro de cuerpos.

Hablas sobre estas cosas que la sociedad decide no ver en el cuerpo, como el moco, la regla, el sudor.

Para mí es como poner en evidencia la mortalidad que normalmente reprimimos. Siempre nos vemos bonitos, lisos, etc. Pongo en evidencia esa temporalidad y ese constante cambio, que también es constante en mis trabajos y siempre están reconfigurándose entre ellos mismos. Soy súper hipocondriaca, le tengo terror a la muerte y creo que viene de eso. Enfrentarme ante eso es como matarme. Cortarse el pelo, las uñas, es matarse. De hecho, todo el pelo lo guardo, para hacer algo con eso, como para no dejarme ir.

Puede ser violento por lo que representa. ¿Eres cuidadosa con la estética del trabajo final?

Yo trato de que se vea cotidiano, no lo pienso tanto, es instintivo, quiero que se vea como algo que vemos en nuestra vida diaria. Pero también tengo el otro lado de  laboratorio, en donde todo tiene que estar muy bien cuidado y limpio, como un hospital.

¿Cómo cambia la perspectiva de tu trabajo en la parte digital? La sensación es diferente, no es tan empática en relación con la escultura.

Trabajo en digital porque siento que es otra prolongación de mi cuerpo. Yo siempre estoy metida en el celular y exploro otro lado que sucede en mí y en todo el mundo. Veo cómo son los métodos de representación en las redes sociales. Quiero ver hasta qué punto nuestra representación en redes sociales es real. Yo lo llamo como cirugía digital. Obviamente, llevándolo al extremo.

Dentro de nuestro cuerpo hay distintos tiempos y espacios, órganos dentro de órganos. Cuerpos dentro de cuerpos.

¿Cómo entra la tecnología en tu trabajo?

Estoy empezando a mezclar funciones mecánicas con cosas corporales. Viendo el cuerpo como una constante máquina de producción. Sobre todo en la mujer.

Todo lo que tocas es entorno a lo femenino.

Trato de liberar a nuestro cuerpo de todas las normas que están inscritas sobre nosotras. El tema de la producción por ejemplo, la mujer debe de ser madre. ¿Por qué tiene que ser madre?

¿De dónde sacas todos los fluidos? ¿Son tuyos?

Sí, casi todos son míos. Pero a veces uso el de Tomás (novio).  Hay gente que me decía que no debía de juntar todos esos fluidos, “Espiritualmente te podría pasar algo”. Ahora estoy empezando a tener una perspectiva más espiritual en cuanto a mi trabajo, creo que era demasiado racional. 

Háblame de la corporeidad reprimida. ¿Cómo empezó el proyecto?

La enfermedad se llama “enfermedad reprimida”. Hice una hoja de historia corporal en donde yo preguntaba a los pacientes que iban a visitarme por sus rituales cotidianos. Cada cuánto orinan, cuántas veces se masturbaban, cuántas veces tenían sexo, qué partes de su cuerpo les gustaba, etc. El diagnóstico fue desde mi perspectiva, pero ahora empecé  a trabajar con doctores para tener una visión más amplia. 

¿Qué encontraste?

Todo parte de que hoy es todo visual, todos los demás sentidos parecen que ya ni existen, y para mí ese es uno de los problemas. Eso es lo que somatizamos en nuestro cuerpo, el constante consumismo nos pone como objeto productor y consumidor. Esa es una de las enfermedades que encontré respecto a la corporeidad reprimida.

Cuando apareció el jabón o desodorantes, reprimidos los olores corporales.

Cuando apareció la depilación, reprimidos los vellos del cuerpo y así la sociedad va reprimiendo más la corporalidad. Y se podría decir que con lo digital casi el cuerpo no existe.

Tú eres la pieza de arte. ¿No es agotador?

Yo pienso sobre mi cuerpo y creo que casi nadie lo hace. Trato de incentivar eso, que piensen sobre su corporalidad, temporalidad, que se pregunten qué son en este mundo.

¿Tu obra es feminista?

Soy feminista sí, pero mi obra, más que liberar a la mujer es liberar al cuerpo humano. Yo parto de mí misma e inevitablemente va a tener una perspectiva de cómo la mujer se desenvuelve en la cotidianeidad, porque además es la que está más reprimida. El hombre también tiene otras cuestiones reprimidas, pero me cuesta hablar de esa perspectiva porque no me pasa y no puedo ser tan íntima respecto a eso.

Esta entrevista fue originalmente publicada en Ritmo Enfermedad.

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