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El siguiente artículo contiene spoilers.

 

Cuando tienes 24 años sientes que ya has superado todos los traumas del colegio, que por fin han sido enterrados bien al fondo, en tu hipotálamo… pero, entonces, el 31 de marzo del 2017 Netflix se estrena 13 reasons why y, de pronto, el zombi salió de su tumba para hacernos recordar a nuestro yo del pasado.

13 reasons why es la adaptación del libro homónimo de Jay Asher publicado en el 2007. Cuenta la historia de Hannah Baker, una chica que, antes de suicidarse, decide grabar 13 casetes, en los que explica las razones por las que tomó aquella decisión y los cuales dedica a cada uno de los supuestos 13 culpables que la llevaron a hacerlo. .

La serie intenta ponerle cara al bullying, al slut-shaming, a la presión social y a los abusos sexuales, temas que logran ser muy bien tratados y de la manera más orgánica posible. Pero falla en cierta medida cuando desarrolla el suicidio, pocas veces se menciona en la serie y, así como los adultos en la serie sienten que es un tema muy delicado y difícil de hablar, los creadores de la serie también se quedaron atrás en ese aspecto.

Todas las razones por las que Hannah decide matarse tienen sentido para una adolescente: no entiendes por qué la gente te trata así, cuál es el fin y cuándo será el fin de eso, las ocho horas de clases al día se vuelven infinitas cuando hay personas que hablan de ti y de tus supuestos comportamientos y lo más terrible: ni siquiera sabes cómo explicarle a alguien cómo te sientes.

Hannah necesitaba atención, así como muchas veces nosotras llegábamos a casa sabiendo que unos chicos del salón de clases se habían estado pasando una foto inocente, pero sacada totalmente de contexto. Nuestros papás no siempre son la primera opción para acudir cuando no nos sentimos bien: las relaciones de padres e hijos a esa edad nunca pueden ser las mejores.

Si no podemos hablarle a nuestros padres sobre cómo nos sentimos, lo siguiente sería recurrir a nuestros amigos, ¿no? Pero si todos están inmersos en el mundo en el que las listas de quién tiene el mejor trasero son más importantes que las palabras de las personas o las personas que salen en ella, ¿para qué?

Clay, el chico bueno y tímido, es el que abre la serie al momento de recibir el paquete de 13 casetes. Amigo de Hannah, trabaja con ella y tienen una relación sana, aunque a veces se deja llevar por los rumores o asume ciertas cosas negativas sobre ella. Clay es “el chico que pudo ser pero no fue” (por obvias razones). El papel que juega este personaje es del que no hizo nada, a comparación del resto. Clay se quedó en su timidez y en su zona de confort.

Además de los rumores y los abusadores, el rol de los que no hacen nada también es vital para la persona que sufre. El silencio es violento y dañino como las agresiones en sí. Y no tener con quién hablar o a quién acudir es terrible. Quedarte con las ideas que a veces ni siquiera llegan a ser palabras es el veneno que conduce a la apatía con el mundo.

Otra de las misiones importantes de la serie es entender que decirle puta a una chica solo porque oíste que “se dejaba” tocar es hacerle un daño irreversible, es hacer que ella se sienta por mucho tiempo o quizás para siempre como si realmente las personas deban tocarla “porque sí,” es darle paso al abuso sexual, es darle paso a jugar a las relaciones de poder, en donde a la “chica fácil” la someten porque decidieron llamarla así y ella se lo terminó creyendo.

Y aquí el papel de Bryce, el estereotipo de chico deportista, popular y adinerado, entra. Los tres rasgos que acabo de mencionar hacen a Bryce, lo forman y lo hacen creerse superior, o sea, nadie puede ser mejor que él. Es la figura con más poder: sobre las chicas, sobre sus amigos, y tal vez hasta sobre la institución. Él es dueño de todo, capitaliza a las personas, les da valor. Es dueño y abusa de su poder.

Las escenas en las que Bryce abusa sexualmente de Jessica y Hannah son explícitas, pero las dos abordan el trauma de diferentes formas: Jessica, al escuchar las cintas de Hannah, se entera de lo que le pasó pero no le cree, sobre todo porque Justin, su novio, dejó que eso pase, y por un buen rato se la pasa diciendo que Hannah es una mentirosa. Sin embargo, en el momento en el que Justin confiesa lo que realmente ocurrió, ella enfrenta por primera vez la verdad y enfrasca su dolor bebiendo licor. Hannah, por su lado, ya estaba muy dolida por todas las situaciones que la habían acercado al suicidio, y esta (casi) última experiencia solo reafirmó su decisión, solo la encaminó.

La forma en la que todos reaccionan con Bryce es un reflejo de cómo en la vida real generamos y se generan relaciones de poder por nuestro género, nivel socioeconómico y otras variables. Todos le tienen respeto al capitán del equipo de baseball, pero ese respeto es en realidad el disfraz del miedo: el amigo que no lo acusa, la chica a la que no le queda de otra, el colegio que lo premia.

Todos se dejan pisotear por este personaje y casi ni lo enfrentan. Cuando lo llegan a enfrentar, él no se siente avergonzado de lo que hizo, para él fue algo normal. Y ese tipo de normalización de violencia es a la que nos enfrentamos día a día, al caminar con miedo, al saber que hay una probabilidad de que no lleguemos sanas y salvas a casa, al tener que cumplir un rol para que no nos digan putas. Se trata de una violencia tan normalizada que ni una confesión ni un video nos garantiza justicia, como es el caso de Arlette Contreras aquí en Perú, en donde ya sabemos cómo funciona la justicia en los casos de violencia de género.

La serie también toca otro tema necesario: la visibilidad de los LGBTIQ+. Hay varios personajes que pertenecen a esta comunidad. Algunos lo van ocultando, pero no negando; otros lo van negando y hasta perjudican a sus propios “amigos” para mantenerse en el closet, cómodos. En la serie, mostrar a la comunidad LGBTIQ+ es entender que vivimos en una sociedad que aún no comprende del todo sus diferencias, pero también es entender que dicha comunidad existe, algunos con más luz que otros. También podemos entender esta visibilidad como un síntoma de la época, indiscutiblemente necesario: ¿Hace diez años alguna serie juvenil hubiera tocado este tema?

La normalización de la violencia de género y el silencio, como consecuencia, son las razones que engloban todos los argumentos por los que Hannah se suicida. La violencia de género en la serie y la violencia en general están normalizadas desde la forma en la que tratan a los “freaks” hasta en la forma en la que se generan presiones sociales para beber alcohol. Sobre todo con los personajes que salen del molde. Se define mejor como la violencia que reciben los que no son populares, los que no son deportistas, los que no tienen poder. El poder, a fin de cuentas, es el que rige quién violenta a quién.

13 reasons why quiere decir mucho sobre cómo se trata la violencia en los adolescentes y lo dicen de una forma cruda y necesaria, es por eso que se me revuelve el estómago y cabeza, porque recuerdo las veces en las que no actué, las veces en las que no me prestaron atención y las veces que me dejé.

 


Gráfica por Estefani Campana

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