Uña y tierra
Siete meses. Siete meses es el tiempo que ha pasado desde el sismo del 7 de septiembre 2017 que asoló muchas ciudades del Istmo de Tehuantepec, al sureste del estado de Oaxaca, México. La ciudad de Juchitán de Zaragoza, epicentro de la catástrofe, fue la más afectada: una de cada tres casas fue declarada inhabitable. Durante el transcurso de este medio año, a pesar de las réplicas del temblor y de la dudosa gestión gubernamental tras el terremoto, los juchitecos, junto con personas llegadas de otras partes del país, unieron esfuerzos y sudor en la difícil tarea de reedificación.
En esta tierra zapoteca, los muxes consiguieron ayudas nacionales e internacionales para las familias afectadas y reconstruyeron con sus manos la ciudad devastada. Más allá de la dicotomía tradicional entre hombres y mujeres, los muxes encarnan un tercer género institucionalizado en la cultura zapoteca.
En noviembre, dos meses después de la catástrofe, limitaron a un solo día la tradicional Fiesta de la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro. Cada año desde 1975, la Vela reúne durante una semana más de 10 mil personas alrededor de la comunidad muxe. En esta fiesta, los muxes visten el traje femenino tradicional de Oaxaca y desfilan en toda la ciudad de Juchitán. Con baile y música, esta fiesta permite a los muxes reafirmar su presencia en la vida cotidiana del pueblo.
Al estar de luto, este año dijeron no tener nada que celebrar y redujeron las actividades festivas a talleres sobre cuerpo, sexualidad y representación, así como a clases sobre cómo reforzar una casa con recursos limitados, dirigidos para todos los juchitecos.
Siete meses después del terremoto, esta serie de fotos es un testimonio del momento de la reconstrucción, y también es un homenaje a la comunidad muxe y a su apoyo a la ciudad de Juchitán de Zaragoza.