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Leer la prensa rosa es el premio de consolación de los que no somos ni ricos ni famosos. Un placer culposo, pero casi siempre inocente. Cuando hace una semana el anuncio del divorcio de Angelina Jolie y Brad Pitt marcaba el fin de una era parecía que estaríamos distraídos por meses, hasta que el drama se volvió un poco más serio, con el FBI investigando a Brad Pitt por un episodio de maltrato físico a sus hijos, y el chisme dejó de ser entretenido.

Hasta ese momento, el guión, además de buenos protagonistas, reunía algunos prejuicios tan infaltables como dañinos en la imagen preconcebida de la mujer como esclava del mito del amor romántico. Así te llames Angelina Jolie o María Urquizo, tu vida debe girar alrededor del Amor Verdadero, ya sea en su búsqueda incansable, su exaltación por encima de todas las cosas, o la venganza destructiva y el luto perpetuo si la relación finaliza. Cada mujer debe ser una princesa que sacrificará cualquier cosa -logros profesionales, tiempo personal- por el Amor Verdadero, tal y como nos cuentan las chick flicks de Hollywood o los chismes faranduleros.

Primer prejuicio del #brangelinexit: todo divorcio es una catástrofe. Porque se puede ser muy moderno y cool, pero nos resistimos a digerir que las relaciones rara vez son hasta la muerte. Un divorcio es un error, una calamidad, una desgracia. El Amor cuando es de Verdad es para siempre, y pobres niños que ahora crecerán sobre los escombros de una familia rota.

Segundo cliché: Ella lo tenía todo planeado. “Las primeras teorías sobre el divorcio Brangelina sugieren que ella tenía su estrategia de relaciones públicas preparada”. El lector no necesita leer el resto de la nota para imaginar a Maléfica conspirando mano a mano con su abogada, posiblemente mientras ríen muy fuerte y brindan con copas de chardonnay. La normalidad con que asumimos que las mujeres somos unas retorcidas manipuladoras debería hacer clic en nuestros cerebros como señal de que algo no está bien.

Y, finalmente, para no quedarnos escasos de clichés dañinos, dos invitadas más a la fiesta de prejuicios: Jennifer Aniston y Marion Cotillard. Por todo Internet se propagaron memes muy ingeniosos de la primera celebrando el divorcio de su ex, como si la razón para existir de la actriz durante más de una década haya sido esperar la dulce venganza. Casarse de nuevo, saltar de la televisión al cine, en fin, no sé, dedicarse a ser Jennifer Aniston y a construir una vida más apasionante que la tuya y la mía son anotaciones al margen al lado de lo que realmente importa: que hace doce años le quitaran a su hombre.

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¿Qué han declarado los dos ex maridos de Angelina Jolie, Jonny Lee Miller (sí, el de Trainspotting) o Billy Bob Thornton en estos días? Nada, porque nadie les ha preguntado. Porque no creemos que les importe. Porque ellos sí tienen una vida al margen de sus relaciones amorosas. Pero no así la Aniston, a quien imaginamos todavía devastada por el abandono, cuando lo más probable es que dedique más esfuerzo mental a observar el crecimiento de los árboles que a Brad Pitt, desde hace buen tiempo.

Más despistada debió sentirse Marion Cotillard. La francesa ha compartido protagonismo con Brad Pitt en una última película y, como no podía ser de otra manera, de las tres teorías más sonadas sobre la ruptura, una es que Pitt mantiene un romance con la actriz. Previo a llorar por las esquinas por nuestros amores no correspondidos las mujeres somos la Marion del imaginario colectivo: afanadas en atraer a los hombres a nuestras redes demoniacas; a esos seres que, pobrecitos, no pueden controlar sus instintos y son empujados al vicio y la perversión femenina. La actriz se ha desvinculado del tema en su cuenta de Instagram y ha confirmado que está embarazada (de su marido, por si las dudas). Es probable que no deseara compartir la noticia todavía, pero el linchamiento de la prensa rosa y las redes sociales es, y seguirá siendo, implacable:

captura-de-pantalla-2016-09-24-a-las-17-22-34Captura de pantalla del instagram oficial de Marion Cotillard @marioncotillard

Esas mismas redes sociales que han construido a las malas del cuento han dedicado a Brad mensajes de apoyo. Hagan la prueba: entren en cualquier cuenta de fans de la (ex) pareja y cuenten cuántos comentarios negativos hay dedicados a Brad Pitt y cuántos a Angelina Jolie. Observen el lenguaje. Recordemos que el actor va a ser investigado por supuestos malos tratos a sus hijos; sin embargo, Angelina es la manipuladora; Jennifer, una resentida; Marion, una ladrona. Nosotras, las eternas culpables. Los chismes pueden ser una pérdida de tiempo, pero sin duda también son un espejo donde mirarnos. Una lástima que raras veces una encuentre el reflejo que le gustaría ver.

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Comentarios de seguidores en la cuenta de instagram @brangelinanews

 

 


Gráfica por Estefani Campana

 

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