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Cusco, 29 de diciembre del 2015

¿Extrañas a tu padre, Lady Nathalie? Yo no extraño al mío. He bebido demasiado durante estos días. ¿Te conté de Sam? Es un belga que duerme en el maltrecho hostal en el que, por mezquina, me hospedo. Él le compra cocaína y LSD a un amable taxista. ¿Te gusta vivir en Cusco, Lady Nathalie? Es una ciudad que me asusta. Ayer me senté en una colina a observar el atardecer, y mientras llovía pensé que subiría algún extraño a hacerme daño. La idea me mantuvo inquieta y le temí al ocaso. Y a ti, ¿te han hecho daño estos hombres, Lady Nathalie? ¿Cuánto les cobras por el coito? ¿Cuánto por las mamadas? ¿Es verdad que las travestis como tú son las más deseadas en el lecho? Antes de responder, permíteme encender la grabadora. Debes saber que esto no quedará entre nosotras.

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Cusco, 02 de enero del 2016

No soy de Cusco. Yo he nacido en Pucallpa, en el distrito Sepahua. Me llamo Lady Nathalie y tengo 24 años. He terminado mi primaria y luego me he ido a Quillabamba. Y como mi mamá no tenía economía yo solito estuve educándome y no me alcanzaba la plata y dejé de estudiar. Regresé otra vez en Quillabamba a trabajar. A trabajar solo para sobrevivir y mantener a mi mamá. Tengo familia, somos ocho hermanos y trabajé en Quillabamba tiempo, dos años, y en Cusco estoy desde hace cuatro meses.

De nacimiento sé lo que soy. Me gustaba agarrar muñecas; todo de mujer, no de varón. A veces, mi mamá me decía anda a la chacra, vas a ir con tu papá. Mamá no quiero ir, le lloraba y me sobaba (pegaba). Anda, anda, me decía. Las mujeres son las que se quedan en la casa. Porque en la costumbre de allá, las mujeres cocinan, lavan ropa…en la casa nomás las mujeres. Tú tienes que ir a la chacra, tú tienes que trabajar como tu papá trabaja, como tu hermano hace. No mamá, no quiero ir, estoy mal. Me duele mi cabeza, le decía.

Mi papá me quería bastante. Me quería bastante, me trataba bonito. Cuando ella me sobaba él me decía no hagas caso, tu mamá es así, no tienes que hacer caso. No me hacía trabajar, me decía siéntate ahí. Me ponía a hacer travesuras, subir al árbol, cantar, bailar. Porque soy bailarina, me gusta Lady Gaga y Shakira. Mi papá me trataba bonito. Llegábamos a la casa y le decía mamá quiero ayudarte, quiero cocinar, te traigo agua… No, tú eres varón, cómo vas a hacer eso. Ve y siéntate con tu papá, me decía.

En la Selva hay gays, pero no hay como yo. No hay travestis como yo… transformadas no hay, no existen. Acá en Cusco me hice travesti, porque acá en Cusco casi no tengo miedo. Allá en la Selva tengo miedo, porque tengo mi familia; mis abuelos, mis tíos, todo tengo. Así, familia bastante. Mi nombre es J.P.B., pero ahora me llamo Lady.

Y después terminé mi primaria, mi abuelo era mi profesor. Y estuve en segundo grado y mi papá empezó a enfermarse, y en una semana se murió.

Yo pensaba que se iba a enfermar un rato y ya se le iba a pasar, hasta que escuché algunos comentarios de chibolos: Se ha muerto tu papá. Yo no le hacía caso. Hasta que ya me he ido y ya estaba muerto. He empezado a llorar. Era el único mi papá, el único que me quería bastante. Mi mamá también, ahora que es de edad, ya me quiere bastante, me acepta lo que soy. Y hace dos meses que me he ido a visitarle. Ella me ha aceptado lo que soy, todo.

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Iglesia de San Pedro, morada de Dios, ¿sabes que al frente de tu perverso e imponente templo se erige un burdel al que tus hijos más fieles ingresan con algunos soles, buscando el sosiego en otro tipo de místicas y oralidades? Lady Nathalie es uno de los rostros que ocupan las estampitas profanas que tus seguidores –los suyos también- esconden en algún recoveco húmedo del cuerpo.

Lady Nathalie, versículo 4 de una biblia aún no escrita, pero santificada por el calor de los fluidos, reza: En mi corazón sabe Dios que nacido soy así, y lo que soy, soy orgullosa.

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Cusco, 19 de setiembre del 2016

Un video se viraliza en Facebook. En él, las travestis Mota y Coca, integrantes del colectivo de arte ecuatoriano Pacha Queer, denuncian:

“Estamos aquí en el Cusco. Hemos estado cantando en la plaza, hemos estado así travestidas como nos ven. Nos han pedido la identificación, porque han dicho que hemos estado haciendo escándalo en la vía pública. Les hemos dado la identificación, todo se ha tranquilizado, nos han dejado ir y cinco cuadras más adelante nos han dicho que nos van a llevar detenidas. Nos han puesto contra el piso, nos han pateado, nos han puesto esposas, nos han golpeado, tengo aquí mi marca. Tengo aquí mi marca de cómo me han golpeado, me han esposado y nos han dicho ahora que entramos que deberían bañarnos con agua fría. Que deberían meternos al calabozo y bañarnos con agua fría por no estar vestidos como machos. Eso está pasando aquí en el Cusco, en la ciudad del Cusco, en la plaza principal, en la plaza mayor, en la Plaza de Armas”.

Los medios de comunicación han difundido la noticia. En Facebook, más de 80 mil personas han visto el vídeo.

«Allá en su intimidad hagan lo que más les plazca, nadie sabe de nadie»

Entonces, habla el pueblo:

“Los Policías merecen respeto, cumplían con su deber en defensa de la moral y buenas costumbres, que se vayan a su país con sus perversiones”. – Alberto Zandro Macedo Tello en la sección Comentarios del diario El Comercio. Año 2016.

“En Cusco nunca se había visto cosa semejante, que al margen de sus gustos sexuales no podemos permitir la falta de respeto hacia la gente y sobre todo los niños que pasan a diario por nuestra plaza. Allá en su intimidad hagan lo que más les plazca nadie sabe de nadie”. – Miguel Miki en el fanpage del colectivo No tengo miedo. Año 2016.

“Deberían deportarlos a su país, qué se creen, porque son de ese movimiento estúpido les da derecho a atentar contra las buenas costumbres en la ciudad del Cusco, tira de ridículos” – Marco Antonio Poblete Cerazo en el fanpage del colectivo No tengo miedo. Año 2016.

“De una vez por todas debemos poner remedio a esas malas enseñanzas; es preciso botar de aquí a todo forastero que venga sin deseos de apoyar nuestras costumbres; porque nosotros, francamente, somos hijos del pueblo –dijo don Sebastián, alzando la voz con altanería y llegándose a la mesa para servir una copa al párroco” – Clorinda Matto de Turner en “Aves sin nido”. Año 1889.

El año pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publicó “Violencia contra personas LGBT (Lesbianas, gays, bisexuales, transexuales)”, un informe que revela, por ejemplo, los mecanismos legales utilizados por la policía en América Latina para ejercer violencia contra las personas trans: travestis, transexuales y transgéneros.

El documento explica que no son pocos los Códigos Penales que sancionan conductas consideradas “indecentes”, “contra el pudor y/o la moral pública y las buenas costumbres”. Este ambiguo marco legal legitima, entre otras violencias, el abuso policial sufrido por las travestis. “Las definiciones vagas de conductas prohibidas abren la puerta para su aplicación arbitraria a personas que se considera que se apartan de las normas de género aceptadas socialmente, particularmente las personas trans”, especifica el texto.

Incluso la presencia de estas personas en público –como el caso de Mota y Coca- puede ser interpretada por la policía como una ‘exhibición obscena’. “Las mujeres trans son frecuentemente tratadas como criminales, y sufren acoso psicológico, físico y sexual”, expone.

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Son las 7 de la noche en Cusco y en los exteriores de la cantina flamea una bandera roja que significa que aún hay chicha de jora. Un vaso cuesta un sol. Uno más, y otro, hasta que sean 10 y estemos ebrias. O casi. A mi lado Lady Nathalie conversa con Sayuri, su compañera de aventuras. En la chichería, hay un promedio de 15 hombres, todos lugareños. Las únicas dos mujeres presentes –aparte de nosotras- parecen querer inmolarse al lado de sus maridos; bebiendo, durmiendo y babeando en sueños. En ese orden.

Estoy a punto de sumarme a la segunda fase, así que decido retirarme. Error. Lady Nathalie y Sayuri son las estrellas del lugar. Los hombres les invitan vasos de chicha de jora que ellas, solidarias, comparten conmigo. Cuando se termina la bebida, los dueños del bar retiran la bandera roja, e inicia la venta de cerveza. Ahora los caballeros envían botellas a nuestra mesa. Una, dos, tres, cuatro. Solo espero no perder la cuenta.

Había que ser muy bonita para ser travesti y andar con el pelo corto por ahí

Ambas son el foco de atención. Lady Nathalie y Sayuri, en hermosas minifaldas, dejan sus piernas expuestas al deseo de sus posibles clientes, hombres ebrios, desdentados algunos, apuestos o casi.

Lady Nathalie, ojos achinados, labios gruesos. Casaca negra para protegerse del frío cusqueño. Cabello corto. Flequillo. “Había que ser muy bonita para ser travesti y andar con el pelo corto por ahí, mientras todas invertían en pelucas y extensiones, ella llevaba el pelo muy corto y mal teñido de rubio”, escribe Camila Sosa Villada en “Ser travesti es una fiesta, mi amor”.

Lady Nathalie, charapa, joven. Muy bonita, cabello corto. La conocí al día siguiente de mi llegada a Cusco. Iker Baqué, un amigo antropólogo vasco, realizaba una investigación sobre identidades trans en Perú. Él, Mario y yo, fuimos a encontrarnos con Alexandra, una mujer trans que vendía pollos en el mercado de San Pedro. La conocieron el día anterior en una discoteca de ambiente, y aceptó que Iker la entreviste. Alexandra nos presentó a Lady Nathalie y a Sayuri, sus amigas.

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Sayuri, una mujer discreta que no estaba interesada en fungir de testimoniante. Resuelta, la observé caminar cinco meses después por la Plaza San Martín.
-¡Sayuri!, grité emocionada. Soy yo, Milagros, ¿Te acuerdas? Nos conocimos en Cusco. Anduvimos en la chichería algunos días. Te conocí poco, sí, pero hablé mucho con Lady Nathalie. ¿Cómo te va?

Ella no me recordaba. Sonrió incómoda y continuó su trayecto en busca de clientes. Horas más tarde, la vi bailar en la discoteca Sagitario de la avenida Garcilaso de la Vega, en el Centro de Lima. Acompañada y risueña, Sayuri no tenía idea de quién demonios era yo, pero me invitó un vaso de cerveza.

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La organización Únicxs ha revelado que en Perú el 89% de mujeres trans no tiene seguro de salud. Que el 50% abandonó los estudios. Que el 10% no tiene Documento Nacional de Identidad. Que 1 de cada 3 -¡1 de cada 3!- vive con VIH. Que el 78% de asesinatos a trans reportados en el mundo entre el 2008 y 2015 ocurrieron en Centroamérica y Sudamérica. Que el 70% son trabajadoras sexuales.

Para mi amigo Iker Baqué, el trabajo sexual se vuelve problemático cuando representa la única opción laboral para una chica trans. “La mayoría de las veces son rechazadas por las familias y a un nivel mayor por la sociedad. La sociedad hetero-patriarcal no está dispuesta a comprender estos cuerpos que rompen el esquema de sexo-género binario, por lo que se ven sumidas en una situación marginal. En muchas ocasiones pasa que las chicas son botadas de sus casas y no suelen tener opción de entrar al mercado laboral realizando cualquier otro trabajo, porque el Estado tampoco las reconoce, no reconoce su identidad. Son, en definitiva, cuerpos sumidos en una precariedad total, a los que no se les ofrece ninguna oportunidad”.

Las personas trans que se adecúen al procedimiento tendrían su nuevo DNI en un promedio de tres meses

Ecuador, Argentina, Uruguay, México y Chile son algunos de los 41 países que tienen una Ley de Identidad de género que les permite a las personas trans acceder a un documento de identidad con el nombre, la foto y el sexo que realmente les identifica. En Perú, el Tribunal Constitucional (TC) ha admitido, recién el 8 de noviembre pasado, el derecho a solicitar el cambio de nombre y sexo en el DNI. De manera inesperada y apelando a las nuevas corrientes de la psicología que apuntan a “abandonar el modelo psicopatológico del transgenerismo”, el Tribunal argumentó que el cambio de nombre y sexo debe tramitarse a través de un proceso sumarísimo. Es decir, de forma urgente, oral y en plazos breves. Las personas trans que se adecúen al procedimiento tendrían su nuevo DNI en un promedio de tres meses.

A la alegría de las travestis se opone el desconcierto de, por ejemplo, Luz Pacheco, profesora de la Universidad de Piura y reconocida militante en contra de la Unión Civil homosexual. Para ella, “la identidad se apoya en datos físicos como son la fecha y lugar de nacimiento y los nombres de los padres”, según escribió en una columna de opinión publicada en el diario El Comercio. La abogada resalta que los tres jueces del TC que votaron en contra “se preguntan si el que alguien se sienta más joven de lo que es es suficiente para exigir modificar su fecha de nacimiento”.

El juez Ernesto Blume, uno de los tres magistrados del TC que votó en contra, ha compartido su indignación porque –dice- esta sentencia no ha considerado “la naturaleza ni el orden natural”. Él ha recomendado que en el DNI de las personas trans aparezca el sexo biológico y “la palabra ‘transexual’ u otro vocablo análogo” que indique “su peculiar condición, pero sin negar su sexo biológico”.

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Cusco, 3 de enero de 2016

Ayer me llama un caballero que estaba en la esquina del bar, un caballero que ya tendrá cincuenta y pico. Quería vivir conmigo, quería llevarme a su casa. Yo le digo: Ni siquiera me conoces, ni siquiera te conozco cómo eres, si tienes familia, si tienes esposa. No sé…yo soy de la selva, soy sola pero tengo mi pareja también, él trabaja. Yo no te puedo aceptar.

Pero él me dice: Yo tengo mi casa, te voy a entregar todo, así me decía. Me dice Tengo plata. Tienes plata, le digo, ya, dame cinco cervezas más, invítame una comida, porque allá la señora vende piqueo, cuy frito, todo te da-. Invítame esas cosas. Ya, pides mami. Tú eres mi mujer, pide lo que tú quieras. Y pido gaseosa de litro, he pedido un plato extra, he pedido 5 cervezas y he pedido 2 cervezas más para la mesa de mi amiga Sayuri. Amigo, mi amiga está allá, le voy a invitar para que no se aburra y siga conversando, le dije. Tú eres mi mujer, me dice.

Él no sabía que yo soy travesti. Ya, normal, le digo. Me besaba delante de la gente. A partir de las 8 se llenó de gente, full la gente, universitarios jóvenes me molestaban, ven amiga, ven, quiero tomar contigo, quiero bailar contigo. Mucho me estaban molestando. Yo le digo amor, vamonos a mi cuarto, mejor. Ahí llevamos cerveza y tomamos. Si me quieres vamos.
-Sí te quiero, vamos, pide lo que tú quieras.
-Ya, vamos.

Salimos afuera, compramos en la esquina 5 cervezas. Aquí en mi cuarto hemos tomado, aparte ha alquilado él un cuarto. Amigo, paga mi hospedaje, le digo. 15 soles ha pagado. Invítale a la chica, tiene hambre, dale 10 soles para que compre pollo a la chica que atiende. Le ha invitado también, todo.

Ya cuando hemos estado acá, le digo:
-¿Amor, sabes lo que soy?
-Sí, mujer.
-Yo soy travesti, no soy mujer.
-Ay, eso qué importa. Me gustas tú, me gustas. Yo tengo plata para darte lo que tú quieres, nada te va a faltar. Te voy a dejar todo. Te encargarás tú de la casa. Vamos, vamos, así me dice. Me quería llevar a la fuerza.

Al levantarse, ¿el hombre recordará o se someterá al olvido conveniente de los hipócritas? Lo más seguro es que él haya gritado también, aquel 19 de septiembre del 2016, mientras Mota y Coca eran golpeadas por la policía, “Eso les pasa por atentar contra las buenas costumbres de la ciudad del Cusco”. Caminó tranquilo, se arregló el saco e ingresó a la Iglesia San Pedro, lugar donde las mujeres luciérnagas, que brillan radiantes por los bares vecinos, las discotecas, los hostales y todo espacio que se alumbra por las noches con su presencia, no son bienvenidas a entrar.

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¿Extrañas a tu padre, Lady Nathalie? Hoy extraño al mío. He bebido demasiado durante estos días. Ahora, por favor, permíteme apagar la grabadora. Lo que viene, sí que quedará entre nosotras.

 


Gráfica por Estefani Campana

 

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